viernes, 7 de octubre de 2011

EN MEMORIA DE INMA

Hola me llamo Begoña, vivo en un pueblo precioso de Huelva, alejado de la capital (a unos 70 km), en la cuenca minera. Tengo 46 años y durante unos años fui cuidadora de mi padre con Alzheimer y con una traqueotomía.
El 15 de enero del 2009 murió mi padre y a los 15 días, Inma acudía a la consulta de Otorrino pues se quejaba de dolor en un oído. Le tomaron unas muestras para analizar y se fue a casa.  Pero la alarma salto cuando en pocos días la llamaron,  ya estaba el resultado. La cara del médico lo decía todo, pero cuando con palabras dijo el diagnostico, nos calló como una jarra de agua fría: cáncer de amígdalas bastante avanzado. Nos quedamos sin palabra inmóviles,  sin saber qué decir ni que preguntar, parecía una pesadilla, no podía estar pasando. Tenía 40 años, una familia, un  marido, una hija de 15 años. Todo se nos pasaba por la mente.
La doctora propuso intentar con tratamiento, pero el pronóstico no era bueno. Durante varios meses le dieron sesiones de radioterapia y quimioterapia,  teníamos que desplazarnos a diario por las tardes, a veces desde la mañana hasta la noche. Le ofrecieron una ambulancia colectiva  con más enfermos, saliendo varias horas antes para recogerlos y llegando bastante tarde mientras los dejaban al terminar. Me negué, pues en mi coche todo seria más cómodo y con más intimidad. Así día tras día, nada importaba pues era la única esperanza que teníamos.  Ella lo llevó con valentía, fortaleza y una conformidad, que yo admiraba. Jamás se quejaba, para ella, todo estaba bien.
Después de varios meses en los que parecía que el tratamiento respondía, que había algo de esperanza, todo se derrumbó, no dio resultado. Los otorrinos del hospital de Riotinto (un personal maravilloso) nos propusieron derivarla a paliativos. Inma como siempre  no se negó. Aceptaba con resignación lo que le estaba pasando, vivía el día a día. “Esto no podrá conmigo”, dijo en una ocasión plantándole cara. Yo por el contrario me sentía impotente, no sabía qué decir, qué hacer, qué iba  a pasar…
Necesitaba ayuda. El enfermero de enlace, Mario, me la dio.  Así, días antes de la consulta con Inma, me atendieron. Me enseñaron a cuidar, me corrigieron y animaron en todo momento. Estaban ahí, consiguieron que Inma confiara en ellos. Salíamos siempre con una sonrisa, parecía ilógico con la que teníamos encima. El día  a  día fue difícil por las diferentes complicaciones  como la sonda nasogástrica y otras.  Pero nada conseguía que Inma flaqueara.
La última  noche vieja trituró sus 12 uvas y se las tomo por la sonda. Fue una gran lección más de valentía y de ganas de vivir.
Cada mañana agradecía un día más con ella, cada noche temía el amanecer. Y llegó el día: mi hermano me llamó angustiado. No sé cómo pude coger el coche hasta el hospital. Pude avisar a paliativos y allí nos estaban esperando. No quiero ni pensar qué hubiera sido sin ellos, sabíamos que era el fin, pero no podía estar en mejores manos. Estuvieron en todo momento con nosotros. Consiguieron que no sufriera, que estuviera tranquila y con una sonrisa se fue.
En los días siguientes me sentí vacía todo había sido inútil, fracasé como cuidadora, había perdido todo el tiempo que pasaba con ella. Y, ¿ahora qué podía hacer?, tenía muchas preguntas sin respuesta. A los pocos días volví para hablar con la unidad de cuidados paliativos, y volvieron a ayudarme.
Ahora sé que lo hice lo mejor que pude, que no fallé como cuidadora, que mi tiempo no fue inútil, que lo que  hice fue de corazón. Y pensar en ella, en su fuerza, me anima a seguir manteniendo unida a la familia, cuidando unos de otros.
Me gustaría ayudar a personas que estén pasando por lo mismo que mi famila. Con  la ayuda de Sebastián de paliativos, las asociaciones contra el cáncer, ACAMACUM y ACOCAVIPRA,  y la Escuela de Pacientes, estoy formándome en el curso de cuidados paliativos.
Esto me enseñó a priorizar lo importante de la vida (la familia y los amigos), a cuidar la salud y a ver lo bello que es vivir. No hay día que no me acuerde de Inma y de mis seres queridos, de sus recuerdos salen las fuerzas para seguir adelante.
Begoña Oliva.

6 comentarios:

  1. Hola Begoña:
    Soy enfermera de un Equipo de Cuidados Paliativos y te aseguro que lo has hecho maravillosamente bien.Sin la labot y la dedicación maravillosa de los cuidadores, los profesionales que nos dedicamos a esto, no podemos hacerlo. LLevo poco tiempo trabajando exclusivamente en Cuidados Paliativos pero muchos años trabajando en pueblos como el tuyo y me sigo maravillando con la capacidad que teneís para aprender y cuidar vuetros seres queridos; y como muchos aprovechais esta oportunidad de poder acompañar hasta el final de la vida.
    Un abrazo y un aplauso para todos los cuidadores como tu. Felicidades Begoña.
    Paqui

    ResponderEliminar
  2. Hola Paqui!! Muchas gracias por tu comentario de ánimo a Begoña. Para asegurarnos de que le llega perfectamente, vamos a avisarla por facebook (www.facebook.com/escuelapacientes). Gracias por estar aquí y por tus ánimos. Esperamos leerte más!! Un abrazo!!
    Escuela de Pacientes

    ResponderEliminar
  3. Precioso post.
    No te quede la menor duda que estuviste magnífica.
    El objetivo es tener una buena vida.
    Y una buena muerte es completamente necesaria para conseguirlo.
    Un abrazo para tod@s los que lucháis todos los días contra el cáncer, enfermos y familiares, y para todos los trabajadores que intentan que vuestra vida sea lo más digna posible.

    ResponderEliminar
  4. Hola Begoña:
    Me ha parecido muy bonito de tu parte contar la historia de mi tita.Te agradezco de corazón todo lo que has hecho por ella hasta el último segundo de su vida.Ha sido para mí un palo muy duro,la recuerdo día a día y los momentos tan especiales que con ella viví.Me quedó con el último abrazo que tuve de ella la última vez que la vi.Siempre la llevaré conmigo

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias de todo corazon, de mi parte y de parte de toda la familia que hemos podido estar al lado de ella, tu sabes lo que ella significaba en mi vida, y por mi trabajo no he podido pasar mas tiempo a su lado, pero siempre he estado tranquila sabiendo que tu siempre estabas a su lado.
    Gracias tambien por ayudar en la medida de todas tus posibilidades a mi otra tia.
    Muchos besos y que siempre tengamos presente su serenidad y sobre todo su sonrisa.
    MERCHI

    ResponderEliminar
  6. Ah! Se me olvidava, que no te quepa la menor duda de que lo has hecho, no muy bien, perfecto, nadie lo habria hecho mejor.
    Puedes estar tranquila que el tiempo de su enfermedad ha estado muy bien cuidada. Un abrazo

    ResponderEliminar